La historia del vehículo eléctrico: el viaje del héroe

La historia del vehículo eléctrico tiene todos los elementos de una gran historia: la llamada a la aventura, la caída al abismo y un resurgir épico.

White and red light from a Polestar 2 illuminating the darkness.

El viaje del héroe es una narrativa habitual en el cine y la literatura en la que el personaje protagonista emprende una aventura que cambiará su vida para siempre. Esta estructura la planteó por primera vez el autor estadounidense Joseph Campbell y ahora la tienen en común casi todas tus películas de aventuras favoritas. De hecho, Frodo Bolsón, Luke Skywalker y Mulán viven viajes heroicos similares.El viaje del vehículo eléctrico es una historia con la que rara vez te toparás en una novela o en la gran pantalla. Pero, como todas las historias épicas, merece ser contada.La primera etapa del viaje del héroe es la llamada a la aventura. Aunque hay pruebas de que ya en la década de 1830 se exhibían vehículos eléctricos a pequeña escala, estos eran poco más que prototipos. Estos modelos ofrecían una dirección imprecisa, poca velocidad y una autonomía limitada. Fue a finales del siglo XIX cuando se presentó el primer vehículo eléctrico funcional. El químico estadounidense William Morrison construyó un coche para seis pasajeros capaz de alcanzar una velocidad máxima de 23 km/h. Aunque no era mucho más que un vagón electrificado, despertó el interés por los vehículos eléctricos y marcó el inicio de nuestra aventura.La segunda etapa se caracterizó por los retos y el crecimiento de nuestro héroe. A principios del siglo XX, los vehículos eléctricos empezaron a extenderse por todo el mundo. Nueva York llegó a tener una flota de más de 60 taxis eléctricos. Aunque los coches de caballos seguían siendo el principal medio de transporte, los vehículos eléctricos competían con los nuevos tipos de automóviles. Principalmente, los de vapor y gasolina.En la década de 1870 ya existían los coches con motores de vapor, pero no eran la opción más eficiente. Se tardaba mucho en arrancarlos y dependían demasiado del agua, así que no eran un rival real para los vehículos eléctricos.Sin embargo, el motor de gasolina sí que suponía una amenaza. Aunque el coche de gasolina también tenía puntos débiles. Además del ruido y los desagradables gases del tubo de escape, su conducción requería un gran esfuerzo manual. La experiencia de conducción se veía empañada por el incómodo cambio de marchas y la manivela de arranque.Los primeros coches eléctricos no conllevaban los problemas de sus homólogos de vapor y gasolina. Pronto se hicieron populares entre urbanitas, ya que eran perfectos para los desplazamientos cortos por la ciudad. A medida que más personas accedían a la electricidad a principios del siglo XX, se facilitaba la carga de los vehículos eléctricos y crecía su fama. A principios de la década pasada, los eléctricos representaban un tercio de los vehículos en circulación.Pero justo cuando empezaban a despegar, se produjo un giro de los acontecimientos. Esto nos lleva a la siguiente etapa del viaje del héroe: el abismo.El Ford T, lanzado en 1908, permitió que los coches de gasolina fueran asequibles y accesibles para todo el mundo. Este modelo, a mitad de precio que un vehículo eléctrico, empezó a dominar el mercado automovilístico. Y por si esto fuera poco, el descubrimiento de crudo en Texas abarató aún más el combustible y propició la aparición de gasolineras por todo Estados Unidos. El precio inferior de su competidor directo, la creciente disponibilidad del combustible y la falta de electricidad en las zonas rurales del país frustraron el ascenso de los vehículos eléctricos, que para 1935 ya habían desaparecido.

A white Polestar 2 driving on the road between mountains at dusk.

Durante los 30 años siguientes, los coches eléctricos se esfumaron del mapa. No fue hasta finales de la década de 1960 cuando empezaron a renacer de sus cenizas. La escalada de los precios del petróleo y la escasez de gasolina obligaron al gobierno estadounidense a buscar métodos alternativos de transporte. Esto dio lugar a un renovado interés por la investigación y el desarrollo de vehículos eléctricos e híbridos. Pero el camino no sería fácil.Con más de 30 años de retraso en investigación, los coches eléctricos producidos en la década de 1970 no se parecían ni de lejos a sus competidores de gasolina en autonomía ni potencia. Pero el siglo XXI trajo el resurgir de los vehículos eléctricos: la siguiente etapa del viaje del héroe.¿Te acuerdas de la escena en la que Sam se echa a Frodo a la espalda? Pues igual de épico fue el momento en el que el Toyota Prius irrumpió en la escena automovilística. Causó sensación en todo el mundo al ser el primer vehículo eléctrico híbrido producido en serie. Justo cuando los precios de la gasolina y la preocupación por el calentamiento global iban en aumento, se puso en marcha el cambio hacia los coches eléctricos. Por aquel entonces, una pequeña empresa estadounidense trabajaba con total discreción para crear un lujoso deportivo eléctrico que cambiara para siempre nuestra percepción de los eléctricos.El éxito de Tesla creó un maremoto en la industria que obligó a los peces gordos del estanque a dirigir sus esfuerzos hacia los eléctricos. Las marcas automovilísticas de todo el mundo han pasado de los motores de combustión interna a los eléctricos. Nuestro héroe volvió a nacer.Hoy, los vehículos eléctricos están más presentes que nunca. Con países como Noruega a la cabeza, donde más del 90 % de sus vehículos son eléctricos, y la UE planeando poner fin a la venta de vehículos de combustión interna para 2035, el panorama pinta bien para nuestro héroe particular.Nos encanta formar parte de esta aventura, pero sabemos que queda un largo camino por recorrer. El viaje del héroe con sello Polestar aún no ha terminado. Todavía quedan kilómetros por recorrer, montañas que escalar y dragones que matar. Y aunque no sea el final, puede que sea el final del principio.

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